Brevísima revisión del Panel

La visibilidad de Chavón La Escuela de Diseño enfrenta serios obstáculos sin embargo, la invitación para presentar dentro del Design Week RD 2019 fue un ejercicio de reinserción en la agitada farándula capitalina. Como ya saben, hice muchos cuestionamientos a los alcances contradictorios del DWRD’19.  Convocados para conversar sobre la educación en diseño en República Dominicana tuvieron una excelente oportunidad para elaborar un discurso que fuese trascendente, no solo para el bien de la escuela sino para la feria misma que ha estado tan teñida por frivolidades. Tristemente la participación de la Escuela Chavón fue un hablarse al ombligo. El panel ocurrió en la tarde del sábado y los siguientes nueve puntos son una brevísima revisión de lo ocurrido.

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  1. El panel fue acrítico en extremo y se limitó en hacer oda celebratoria exaltando unos valores inexistentes dentro de la Escuela. Los ejecutivos de Chavón no explicaron en términos convincentes cuáles fueron los objetivos específicos para el panel sobre educación en diseño. Tampoco supieron abstraerse de la contradicción de operar precisamente en medio de tantos descuidos en materia de pedagogía del diseño y el arte.
  2. La evidente desorganización de la presentación fue un reflejo del desorden general de la administración de la Escuela. Hizo falta una figura moderadora que además de guiar tuviera la valentía de hacerles preguntas difíciles o al menos alguna pregunta. En sentido general, en este panel las ideas se superpusieron sin estructura con el agravante de emplear terminologías descontextualizadas. Fue algo así como hacer andar las tablas-memes para generar discursos aleatorios empleando palabras cercanas al diseño como innovación, sostenibilidad, funcionalidad, entre otras. Dicha actitud irreflexiva es eco del sentimentalismo de sus campañas de medios, ese mix extraño de formulismos de mercadotecnia con fraseología motivacional. Toca entonces resistir e insistir que tal cosa no es la visión aceptable para una escuela de arte y diseño; y a decir verdad, para ninguna escuela en sentido general.
  3. El vicerrector tuvo la valentía de hablar sobre diseño como agente de transformación, pero no comprendemos por qué entonces no emplean con la misma fe el diseño para transformar en primer lugar la Escuela más allá de los paños con pasta, las improvisaciones de los sílabos académicos y la aceleración de cursos por temporadas.
  4. También tuvo la valentía de citar la responsabilidad social del diseño sin especificar bajo cuáles términos a un público que apenas empieza a familiarizarse con esos conceptos. Para empezar, la escuela tiene serias cuotas de responsabilidad social con sus propios empleados y estudiantes (los activos y los graduados). El nivel más fácil de responsabilidad social es dar tres becas y apelar hasta el cansancio que son una fundación para no peligrar los beneficios de las fundaciones. Pero el nivel más alto, al que deberían aspirar, es gestionar la cultura y su capital social de un modo ejemplar para todos.
  5. La tercera irresponsabilidad del vicerrector fue comparar a Chavón con la Bauhaus. Una cosa que no solo resulta anacrónica sino también en extremo problemática. Ninguna escuela que se estime innovadora y de vanguardia se aventuraría a construir ese puente tan peligroso. A los arquitectos les encanta el romance y quizás a ellos les quede bien, pero en lo que respecta al diseño y el arte no es más que un atraso total y una conexión cliché. Ahora bien, quisiéramos todos poder decir Chavón sucesora de la Bauhaus, que el comodín fuese una comparación válida, sin embargo la más preescolar aproximación al registro histórico (Wikipedia) nos dice a gritos que no, que jamás, que ni siquiera la han superado cien años después.
  6. Uno de los panelistas utilizó una figura del lenguaje. Hizo una metáfora de los primeros siete años de vida de un niño y lo relevante que es ese tiempo en la formación de su carácter. Luego asoció ese período de la vida con los objetivos del primer año de estudios en Chavón. Me parece una metáfora demasiado simple y por lo tanto excelente. El problema es que la misma metáfora funciona en contra de la Escuela. Para mi el verdadero caracter de los chavoneros está siendo esa actitud cansada y cómoda respecto a tantas cosas mal hechas. Luego de 36 años la Escuela no muestra signos de su edad adulta quizás porque, como vimos en los archivos de Levy, en sus primeros siete años estuvo sometida a muchas carencias estructurales. Como centro educativo Chavón quiere vivir en eterna regresión a su primera juventud, no superando la ñoñería institucional que tanto le impide ser una escuela líder mundial pese a que tiene frente a sí misma todos los recursos para serlo. A los treinta y seis años uno aspira a metas grandes, sin miedo a enfrentar los retos y las exigencias de los tiempos, sin miedo a los cambios.
  7. El panel fue totalmente dispar. La diversidad de perfiles es una condición ventajosa para los conversatorios. Lamentablemente en este caso funcionó en contra de la visión unificada de la Escuela porque los panelistas no compartían similar nivel de dicción, de oratoria, y yo me atrevería a decir que ni siquiera tenían el mismo nivel de entendimiento sobre la práctica del diseño y el compromiso respecto a la vocación educadora de la Escuela. Quienes fueron mínimamente convincentes estaban, al parecer, sometidos al programa trazado piramidalmente por la administración. El programa del panel de Chavón se resumió a lo usual: celebrar la Escuela y evitar poner los dedos sobre cualquier fibra sensible que revele problemas.
  8. Entonces hay que recordar que precisamente es esa cooptación intelectual la que atrofia la calidad potencial de las conversaciones. Cuando una audiencia identifica que solo se habla por hablar no suscita interés ni la más mínima voluntad para formular preguntas y aparece la apatía. Al final del encuentro, ninguno de los presentes se motivó a hacer preguntas, ni acaso elaborar un comentario. Ni los demás miembros del personal de la escuela, ni los fanáticos típicos de la institución que estaban confundidos entre el auditorio intentaron salvar a sus colegas de una situación tan deprimente empleando quizás alguna salida teatral de las usuales en los encuentros sociales de Santo Domingo.
  9. Dice el adagio popular que cuando el público no hace preguntas significa que lo entendió todo o que no entendió nada. Si acaso lo entendían todo, entonces cuál era la necesidad de realizar el panel más allá de agotar la agenda social y tomar las nuevas fotos para las redes.

Muchas penas y pocas glorias. Cuando una escuela convoca para presentarse esperamos destreza didáctica, cierta encarnación de una mística respecto a la tarea de enseñar que sea admirable. El panel sobre educación en diseño de la Escuela Chavón en el Design Week RD 2019 pudo ser todo menos un encuentro tan irrelevante. Nos toca seguir esperando de un modo activo y vigilante.

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Para mis lectores más inquietos, recomiendo ampliamente leer este artículo del crítico de diseño Lucas Verweij publicado en la revista Dezeen en el año 2013!

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